miércoles, 12 de junio de 2013

India



Hace ocho años viajé a Calcuta, ciudad del estado de Bengala Occidental en India, para colaborar como voluntaria durante un mes en un orfanato.

Mi intención era conocer de cerca la realidad de la adopción y prepararme para luchar por el que era mi sueño desde hacía mucho tiempo.
Fue un viaje decisivo, sobre todo un viaje interior y cuando volví ya fui otra para siempre.

La ciudad es el lugar con más contrastes que he visto en mi vida: riqueza y pobreza, limpieza y suciedad, ruido y silencio... Dieciocho millones de personas se mueven durante el día en una colmena de 185 km2. 

Aquel verano tuve la oportunidad de ver a muchas familias (españolas, italianas, francesas...) que estaban allí para recoger a sus hijos. Los visitaban varios días en Shishu Bhavan, la casa de niños de las misioneras de la Caridad, antes de regresar a casa con ellos, por lo que viví momentos emocionantes hasta las lágrimas y pude ver de cerca el amor de esos padres y la alegría de esos niños.

Pero lo más curioso, visto en la distancia, es que me asignaron como tarea ayudar en la sección Handicapped children del orfanato. Básicamente nos dedicábamos a lavar trapos de algodón que servían indistintamente como pañal, gasa o babero, a ayudar a darles la comida a los niños y a jugar y cantar canciones con ellos.

Niños alegres y llenos de vida, con intensas miradas, que, a sus tres años, aprendían canciones en español cuando se nos agotó el repertorio infantil en inglés...

Durante aquel mes, ni un solo niño salió de la casa. 

Entonces yo no sabía que en otros países, como China o Vietnam, existía la vía de adopción Necesidades Especiales o Pasaje Verde y, en mi humilde opinión, ojalá algún día deje de existir. Etiquetar a los niños de esa manera les resta oportunidades porque asusta a cualquiera que empiece su andadura en el mundo de la adopción.
Todos queremos que nuestros hijos sean sanos y no todo el mundo puede asumir cualquier problema de salud (que, por desgracia, ninguno tenemos garantizada de por vida) pero hacer dos vías separadas cierra para siempre a la mayoría de estos niños las puertas a una familia. Porque son invisibles para la mayoría de la gente.

Estoy convencida de que si a quienes inician el proceso de adopción les preguntaran si estarían dispuestos a ser padres de un niño con alguna patología concreta, recibiendo la información necesaria, viendo a los niños, muchas personas perderían el miedo y, al menos, se plantearían si son capaces de asumirlo.

Cuántas ecografías morfológicas de la semana 20 del embarazo y cuántos partos traen malas noticias y, una vez superado el disgusto inicial, esos niños sólo traen felicidad a sus padres... Porque son niños como los demás.

Recomiendo de nuevo la lectura del magnífico blog El hilo de la cometa de Jone Gereka, a quien tanto debo, y sus entradas dedicadas a Pasaje Verde.

Raju, Maya, Rajan, Asha, Lotha, Omjee... No pasa un solo día sin que me acuerde de aquellos niños y del momento en que anochecía en aquella casa.



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