Querida Zoe, tengo la certeza de que en el poco tiempo que llevamos juntos nos has aceptado, nos has abierto tu corazón con generosidad y alegría y te has zambullido de cabeza en tu nueva vida.
Primero a mí, claro, llevo ventaja por tiempo y por nuestras aventuras juntas...
Pero también fui testigo de tu pena y sé que me has perdonado por haberte arrancado de los brazos de tu cuidadora a la que, estoy segura, querías más que a nadie.
Pero también fui testigo de tu pena y sé que me has perdonado por haberte arrancado de los brazos de tu cuidadora a la que, estoy segura, querías más que a nadie.
Ahora te veo con tu padre y tus hermanos, la naturalidad con que ellos te han recibido, y, ¡buf!, el corazón me da varios vuelcos al pensar en lo mágico que es todo.
La Magia no existe por sí sola. La crean las persona con buenos sentimientos y sentido de la solidaridad y responsabilidad. Aplaudo fervientemente a estos Magos, deseando que otros niños encuentren a sus Magos y tengan la suerte de Zoe.
ResponderEliminarMuchas gracias, Winston, de corazón.
ResponderEliminarLa verdad es que no tenemos duda de que los afortunados somos nosotros, sus padres.
Un beso muy grande.