martes, 16 de julio de 2013

En casa









Zoe, hija mía, no puedes imaginarte la alegría tan grande que es tenerte en casa con nosotros.
Reconozco que me sorprende la naturalidad con la que te estás adaptando a tu nueva vida.

Hoy he asumido que tengo una niña velcro, que no se despega de mí ni cuando entro en la ducha pero me encanta la simpatía que expresas hacia tus hermanos y hacia tu padre.
Luchas por superar tu temor e inseguridad y les entregas tu alegría.

Cada minuto de estos días está siendo un regalo.

Gracias, vida, por tanto y tanto.

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