Una historia que cambió la mía

Tenía trece años cuando encontré este libro en la casa de mis abuelos paternos en Almadén (Ciudad Real), en la habitación que había sido de mi padre.

Aquellas vacaciones, en el año 85, descubrí el mundo de la adopción a través de la historia de una familia estadounidense que adoptó a una niña vietnamita a principios de los 70.

Curiosamente, nuestra primera opción para adoptar fue Vietnam (digo "nuestra", de J y mía, porque mi primera opción fue India, maravilloso país que tuve ocasión de conocer el verano de 2005 y que descartamos posteriormente debido a sus requisitos).

Iniciamos los trámites en agosto de 2011 y obtuvimos el certificado de idoneidad para Vietnam-necesidades especiales en febrero de 2012.

En mayo esperábamos ansiosos la llamada de la ECAI, para preasignarnos un niño vietnamita. La llamada llegó pero no hubo preasignación sino una propuesta de cambio de país a China.

Nos quedamos desconcertados, después del maratón de trámites no entendíamos por qué había que cambiar de país.

Nos explicaron que Vietnam estaba prácticamente parado, que la Comunidad de Madrid establecía que nuestro futuro hijo tenía que ser un año más pequeño que Ariel, el menor de nuestros hijos y que esto iba a retrasar todo bastante porque de Vietnam estaban saliendo niños mayores de esa edad. 

También supimos que habían encontrado una niña que podía ajustarse a nuestro perfil de idoneidad.

Zoe, hija mía, solo puedo decir que empecé a quererte en el minuto uno.

Lo pensamos durante unos segundos y, la verdad, confiamos tanto en el equipo de la ECAI que volvimos a la casilla de salida. Vuelta a hacer el estudio psicosocial, con nuevos requisitos que exige China, un verdadero maratón de papeles y trámites.

Sobre Kim recuerdo que me pareció mágico que una mujer fuera la madre de una niña que no tenía su sangre y que había nacido al otro lado del mundo.

A mis trece años recién cumplidos pensé que era como enamorarse.

Hoy sigo pensando lo mismo.