Hace casi un año mi hijo Bruno (tenía cuatro años recién cumplidos) me mostró un libro sobre animales del mundo que le habían regalado por su cumpleaños y, señalándome China en un mapamundi, me preguntó si "la hermanita vivía con los osos panda".
Le expliqué que su hermanito o hermanita vivía un poco más abajo, en Vietnam.
Recuerdo que me dijo que, si lo deseábamos con fuerza, y lo decíamos en voz alta, sería una niña.
Meses después, cuando solicitamos cambio de país a China y después de habernos oído hablar con la familia y los amigos sobre el tema (lo de la antena puesta permanentemente es una realidad), Bruno se plantó delante de mí con los brazos en jarras y me dijo muy serio: "¿Ves? ¿Ves como yo tenía razón? ¡Que la hermanita está en China, no en Vietnam y hay que ir allí a buscarla!".
Me encantó esa mezcla de pensamiento mágico e ingenuidad infantil.
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