jueves, 23 de enero de 2014

Pelusas



Frecuentemente la gente me pregunta qué tal te han recibido tus hermanos y si tienen celos de ti, Zoe.

Aparte de la aplastante naturalidad con la que habéis aceptado que tenéis una hermana, dando una verdadera lección de mente sana y libre de prejuicios, respecto al tema de los celos les explico que, al menos en vuestro caso, para el hermanito mayor no hay ninguna diferencia entre que el pequeño aparezca en tus brazos en la cama de un hospital o en el aeropuerto volviendo de China.

Bruno tuvo muy claro desde el minuto uno, con dos años y diez días, que Ariel venía a quitarle parte de su sitio y, de alguna manera, esa competición continúa hoy día. Por ejemplo, si Ariel muestra interés por la lectura, Bruno salta con un "¡yo sé leer, tú aprenderás cuando te toque!"

Ariel, por su parte, es quien más ha sentido tu llegada a casa. 
Meses antes de viajar yo a China, un domingo por la mañana me dijo: "Cuando la hermanita venga, me vas a querer poco..." Casi me parte el alma y tuve que desplegar todos mis instrumentos de persuasión para convencerlo de que no sería así para nada, que yo tenía amor para todos.

Hoy, seis meses después de tu llegada, las cosas siguen más o menos igual.

Ariel alterna su actitud de cariño y piropos hacia ti ("Eres la niña más bonita del mundo", "Te ríes con los ojos") con algún que otro empujón o sopapo (así, sin causa aparente, porque pasaba por aquí...).

Tú, Zoe, de vez en cuando también demuestras no querer compartirnos a papá o a mí con tus hermanos y reclamas nuestra atención.

Lo bueno de la historia es que siempre habéis exteriorizado vuestros sentimientos.

Recuerdo cuando, a los pocos días de llegar tú a casa, Bruno llamó a Ariel para que te viera en la bañera y él contestó: "No, no quiero verla, que todavía tengo pelusa".

Lo mejor que se me ocurrió deciros fue que cuando sintieseis pelusa de vuestros hermanos, soplaseis muy fuerte y la pelusa (como un tumbleweed en una polvorienta calle de algún pueblo fantasma del Oeste), se iría volando.

Hace unas semanas pude ver cómo Ariel te miraba fijamente en silencio mientras jugabas en la cuna antes de dormir y a continuación me dijo: "Mamá, yo soplo y soplo, pero la pelusa no se va."

Casi me lo como...






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