La quiero mucho y siempre llevaré en mi corazón su cariño y su apoyo, enorme cuando lo necesité.
Entre sus muchos regalos está uno de mis libros preferidos de la infancia: Cuando Hitler robó el Conejo Rosa, de Judith Kerr.
Supongo que lo habré leído más de cien veces...
También atesoro una cajita de madera que ella decoró cuando éramos muy pequeñas, usando acrílicos y pasta de esmalte cloisonné, con un paisaje que parece de caramelo.
Su pasión por la lectura, la escritura y el teatro y su alegría, con esa risa que estalla en carcajada y su habitual murmullo cantarino, hacen que sea un encanto de persona.
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