Tus hermanos y vuestro primo Pablo han dedicado un rato de tu siesta a ensamblar y pintar una mondokasa: una casa de cartón con puerta y ventanas pretroqueladas que ha quedado chulísima con su decoración a ceras de colores y rotuladores.
Cuando te has levantado, tu carita de sorpresa iluminaba la habitación.
Al principio no te atrevías a entrar pero luego ha costado que salieras de, como dice Ariel, la casita de dibujos animados.
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