Cada vez que, yendo en coche, notas la vibración de las ruedas contra la calzada adoquinada, empiezas a cantar.
Lo curioso es que cuando caminas sobre un suelo adoquinado te encanta echar a correr y sentir tu voz vibrando mientras cantas los adoquines.
(Hoy le enviamos un beso muy grande a papá.)
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